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Pan de Muerto en clase de Estética

Debo reconocer ahora, que la maestra de estética que tuve en el CCH tenía un buen punto: antes que nada, los alumnos debían aprender a hacer algo para que pudieran sobrevivir, así que antes de mencionar la palabra "estética", mencionó "panadería" y nos puso delante la tarea de aprender a hacer pan de muerto, a elaborarlo nosotros mismos desde cero y llevar nuestro trabajo a clase, como se lleva todo proyecto a evaluación. Para la maestra, si el pan que estaba ahí todo chueco e imperfecto significaba que su alumno había aprendido a usar las manos para producir algo que él mismo podía consumir y, en el peor de los casos (si se le cerraban puertas y no era su vocación hacer pan), el alumno podía solicitar empleo en una panadería.

Claro que estando en la Faculta de Filosofía, ya en la carrera, me pregunté por qué diablos no sabía lo que era estética y que la maestra había hecho muy mal. Y sí, en cuanto al objetivo de su materia, y no en cuanto que estaba cubriendo lo que debíamos de haber aprendido desde la primaria: cultivar alimentos, cocinarlos, tener alguna idea de la economía doméstica, del ahorro, de nutrición, de los oficios (del uso de las manos) que son básicos en el día a día. Nada de eso se enseña en la primaria, ni siquiera en las escuelas privadas (o cuanto menos en las escuelas de los que pueden pagársela). No se enseña a distinguir entre los distintos tipos de árboles que hay en la zona (si acaso hay, creo que todavía tenemos), no se enseña a distinguir entre la hiervas y ni sus propiedades aromáticas, culinarias o medicinales. No se enseña sobre el tipo de suelo de la localidad, el clima de la localidad (¿cómo se llega desde ahí a la bioética?). Los niños no tienen ni idea lo que se lleva (tiempo, esfuerzo, recursos) en producir un limón, un chile, una mazorca, unos frijoles… ya no decir de todo lo que conlleva tener un guisado caliente en la mesa. No hay tal educación básica. En cambio uno aprende los nombres de los niños héroes, pega estampitas de algunos políticos sin discutir su aportación, se aprende en dispositivos electrónicos y de paso demuestran las desigualdades infranqueables, se hacen honores a la bandera, se ensayan festivales para el día de las madres (que pone en predicamentos a las madres trabajadores y a los niños que no tienen madre —sin doble sentido—).

Los niños de hoy no están aprendiendo a usar sus manos, no escriben, ahora teclean o digitan. ¿Usar las manos para arreglar una gotera, un falso contacto, una grieta, hacer jardinería, barrer la calle? No, que eso lo hagan los más desfavorecidos "por flojos". En las escuelas se enseña desigualdad, competencia, se cultiva el ego. Y luego nos preguntamos por qué el mundo anda tan mal.

Ya más lejos está que un niño aprenda a reconocer sus emociones, a saber gestionar sus estados anímicos, a cultivar la paciencia, a reconocer sus limitaciones, a compartir, a sentir empatía y compasión, a frenar sus deseos, a cultivar la curiosidad, a investigar, a sostener un esfuerzo, a imaginar, a contemplar, a cuestionar por qué las cosas se hacen como se hacen y si no hay otra manera.

Se están educando personas que no tienen los pies en la tierra y mantienen su imaginería en construcciones ajenas para mantener un sistema clasista que rechaza a la mayoría.

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