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Auto-ayuda

El concepto de "auto-ayuda" ha sido tan mal empleado al clasificar textos de producción y venta inmediata para un consumo que en realidad no ayuda en nada, que de sólo pasar en una librería por la sección de auto-ayuda da pena.

Necesitamos ayuda, la mayoría (por no decir que todos y que algunos lectores se sientan a salvo de todo mal) necesitamos referencias, explicaciones, saber que alguien ha podido salir de donde estamos (y no queremos estar). Pero una cosa es estar en una posición vulnerable y otra tragarnos cualquier cosa. Los que venden libros de quinta no tienen ética y sólo quieren vender, así que no esperemos que ellos tomen consciencia y no esperemos que esa lectura fácil nos ayude así como tampoco nos ayudarían pases mágicos frente a la luna. Si queremos entretenernos, es otra historia, pero si queremos salud (física, mental o emocional) no nos expongamos a fórmulas mágicas que quizá nos hagan aparentemente sentir bien pero que no nos ayuden a resolver la causa de nuestro desbalance (desbalance no es locura, es simplemente un estado desarmónico).

Así que, veamos, en términos de salud mental (que casi siempre es el comienzo de una mala salud emocional que puede desencadenar en mala salud física) podemos hacer un montón por nosotros mismos haciendo frente a indicios y conociendo cuestiones básicas de neurología y psicología así como prestándonos atención. Aquí entran los buenos libros de auto-ayuda que dan resultado por cuestiones de lo que Jeffery Schwartz ha llamado "self-directed neuroplasticity". Vaya, el término quita un poco el prejuicio ante la simple idea de auto-ayuda.

Tendemos a construir patrones de pensamiento (no conscientemente) porque ello nos facilita la vida —como conducir un auto, realizar nuestro trabajo diario, responder a situaciones cotidianas, etc.— pero también tendemos a crear patrones que fijan ideas y conductas que pueden hacernos daño —como creer que todos los perros son malos y nos van a atacar en cualquier momento, como que somos unos fracasados y demás monadas por el estilo—. Cambiar los patrones es cambiar físicamente el cerebro y requiere práctica constante y al parecer meses de trabajo continuo. ¡No importa! La buena noticia es que el cerebro puede modificarse, nosotros podemos cambiarlo modificando patrones y pautas, y esas modificaciones impactarán en nuestro estado anímico y físico.

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