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La ley de la atracción

Sigamos con la idea del post anterior: el hombre está enfermo. ¿La prueba? Los números de las ventas de El Secreto y de los seguidores de Esther Hicks, además del consumismo ilimitado de los pudientes y también de los no pudientes. La gente no está satisfecha, la gente quiere lo que no tiene y lo quiere ya.

Los rituales de abundancia, las técnicas para aplicar la ley de la atracción, las ofertas de fin de temporada… todos buscan al hombre enfermo para quitarle lo que tiene a cambio de una ilusión: la satisfacción obtenida mediante algo que no eres tú.

El hombre enfermo busca en lugares lejanos (donde hay luz —léase publicidad, cientificismo, espiritualismo y todos los "ismos"—) lo que se encuentra cerca (donde hay oscuridad —léase en-sí-mismo—) ¿Tiene así este hombre alguna posibilidad de encontrar lo que busca? ¿Es que lo ha perdido o es que más bien lo ignora —porque no hay cosa más fácil de ignorar que lo que nos ha sido dado desde siempre—?

El hombre enfermo busca el amor que es incapaz de tener hacia sí-mismo. El empecinado en la ley de la atracción como medio para obtener algo, no se ama, no le gusta quién es ahora mismo. La mercadotecnia se vale de esto y enfatiza una y otra vez que no tienes, que eres carente y que debes salir en pos de lo que te ofrecen prometiéndote que así podrás finalmente amar a la persona que eres. Desde luego que se deben asegurar de que nunca te sientas completo, de que nunca te parezcas al modelo que fabrican sea éste estandarte de belleza, inteligencia, poder o espiritualidad. Tip: los modelos son inalcanzables porque son idealizaciones estáticas y tú eres (junto con el mundo) un ser en constante cambio.

La clave de la ley de la atracción, dicen, es la emoción. Y sí, esa es la gran clave y el gran secreto. Ojo, al aplicar la clave de la emoción en definitiva e inmediatamente "atraes" lo que buscas porque ya eres lo que buscas. Dicen: siéntete como si ya tuvieras lo que quieres. En el momento en que logres sentirte satisfecho así sin más, en ese mismo momento ya has vuelto hacia ti mismo y te has logrado percibir como un ser completo por lo cual tu emoción será genuina. Si has hecho el ejercicio bien, en ese momento dejas de perseguir como hambreado las cosas que hay afuera y que se te presentan como una zanahoria a un caballo atado a un molino o un pozo (sí, trabajando como imbécil para beneficio de otros).

Cuando te sientes satisfecho siendo quién eres, en ese momento has empezado a amarte incondicionalmente. Cuando te amas comes para saciar el hambre, no para sentirte feliz (recuerda que ya eres); compras lo que demanda la situación práctica y real en la que te encuentras, no en la que proyectas que debieras estar (que marcaría la pauta de que estás emocionalmente carente de ti mismo); planeas lo que quieres hacer de acuerdo a tus gustos y posibilidades actuales y vas modificando el plan conforme tú y las circunstancias van cambiando; te abres a nuevas experiencias porque ya no sientes miedo; los demás se relacionarán contigo de manera más sana porque tú ya te respetas y te valoras (una relación se establece conforme la disposición de las partes que se relacionan, tú eres una parte de la relación y si te amas no estarás dispuesto a mendigar amor ni atención y por tanto no te relacionarás así).

Dime qué consumes y la lógica de tu consumo, y te diré quién eres.

Que el perseguir cosas sea lo que menos importa y que el amarte sea tu prioridad. Sólo amándote podrás amar a los demás… ya lo dijo Platón: nadie puede dar lo que no tiene. ¿Qué quieres para ti y desde dónde lo piensas conseguir? ¿Eso es amarte? Lo que buscas es a ti mismo y ese "tú" puro y genuino (que no es tu identidad, tu yo o tu ego) está llamándote. Vuelve a ti.

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