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Mostrando entradas de abril, 2016

La noche

A veces la felicidad sabe a nostalgia. A veces de noche se ve mejor, pero porque es de noche deduces que no ves. A veces los sueños que te hicieron pensar en el futuro, hoy te impiden ver más allá. A veces el más allá está dentro de tu piel. A veces no es tiempo de nada, porque nada de lo que pudieras haber pensado puede acontecer ahora. La noche siempre llega, es la mayor de las promesas. Y porque te es incondicional la evades. Pero la noche es cobijo, es silencio que calma, es abrazo y cercanía. La noche reúne lo que sucedió en el día y en todos los días y todas las otras noches. La noche te hace uno y al cerrar los ojos cansado no puede prometerte otra cosa que otro comienzo, el volverte a darte a ti mismo al día en un giro que te vuelve a poner ahí, para ti. En la noche no hay porqué asir nada, todos tus fantasmas aparecen para decirte que los dejes ir. La noche es el tiempo del amor que sabe a nostalgia.

No me hallo

Así dicen cuando quieren decir que el confortable mundo familiar en el que ya se tenía algún dominio, se está desacomodando. "No me hallo" es la manera en que con una oración tratamos de jalar aire desesperadamente, una manera de invocar el orden. No me hallo. Quiero decir no siento que fluya. Heidegger no pensó en esta disposición anímica con la que el ser interrumpe la cotidianidad y te muestra el lado oscuro: el caos mental, la inutilidad patente de la voluntad. —Qué bien que quieras porque no se trata de querer sino de resistir.  Aquí no hay nada nuevo. Aquí se libran las mismas batallas de siempre: las del querer, las del sentir y las del pensar. Existencia, le llaman.  Pero como bien clama la canción de Depeche Mode todo parece: Wrong! Too wrong!: wrong side, wrong time, wrong place, wrong questions with wrong replies… Y entre más se lucha por el orden más crece el caos.  Hay que esperar, respirar, guardar silencio.

Me quiero de vuelta

Hace tiempo no era tan difícil escribir. Ahora es una tortura sentarme para escribir algo más que notas, pensamientos breves y referencias. De productora, ya sea buena o mala, me he convertido en acumuladora: colecciono lecturas que me dicen cosas pero de las que ya no puedo decir nada. Antes no me importaba, escribía lo que me parecía, así como me venía a la cabeza, o a los dedos si quien me haya leído pudiera llegar a pensar que nunca paso lo que escribí por mi cabeza. No importa, la cuestión es que escribía y lo disfrutaba aunque me desbordara una ansiedad al hacerlo. En mis primero años estudiando filosofía, escribía ensayos con las ideas que me provocaban los filósofos en turno. Sentía un llamado de atención sobre algún punto y de ahí me colgaba. Pero luego llegó la tesis y con ello la rigurosa revisión y empecé a perder la confianza en lo que quería decir. Estaba cierta de lo que quería escribir, así me sentía, pero parece que en realidad estaba escribiendo algo que no era