Y a veces sucede algo más que la lluvia. Hay tormentas que se anuncian todas orgullosas ellas con sus truenos y nubes negras. Hacen la primera y la segunda llamada. El público se prepara para la función, corre. Tercera llamada y ya nadie puede decir que lo tomó por sorpresa. En la Ciudad de México las lluvias y las tormentas se anuncian y la función es larga, larga. Sería una locura esperar a que termine la función debajo de una cornisa. En la Ciudad de México uno se empapa hasta la médula y el frío se encarga de bajar el telón. En el trasporte público, ya todos mojados, comparten la experiencia del baño maría por cinco o seis pesos. El caos es total aunque la tormenta se haya anunciado con tiempo porque uno no deja de hacer lo que está acostumbrado a hacer, porque uno tiene que llegar a casa o al trabajo a como dé lugar. En otros lados la lluvia aparece de repente, hace lo suyo en unos breves minutos y se va sin aspavientos. Y luego llega el sol y lo seca a uno. El trasporte p
"A soul in tension that's learning to fly" —Pink Floyd