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Mostrando entradas de septiembre, 2014

Y ha llegado el momento

Cuando ya no es suficiente correr, cuando kilómetro tras kilómetro ya no trae más esa paz, es momento de cambiar. 5, 8, 10 K. El cuerpo entra en su propio ritmo, la conciencia le acompaña como observadora, se siente todo el cuerpo, se escucha el corazón, el aire se expande en los pulmones, se entrecierran los ojos y en activo se experimenta un estado meditativo. Acaba el ejercicio, se interrumpe el estado. Te recuperas y vuelve la conciencia a tomar el control, el espacio entre uno y otro estado es breve como va siendo tu capacidad de recuperación. Ya no es suficiente ese espacio que abre la carrera para estar sin otro propósito que estar. Hay que hacer algo.  La lectura crítica te lleva a encontrar el innegable absurdo. El ejercicio te recuerda el cuerpo. La música te devuelve los sentimientos observados, pausados. El diseño te devuelve la esperanza que trae consigo lo bello. Y de pronto ya no es suficiente para tener ganas de estar.  ¿Por qué vivir? Ahora sé que la pre

Permiso de libertad

Hoy quiero darme permiso de cambiar mis sueños, los de toda la vida. Hoy quiero decirme que está bien renunciar a ellos porque ya no siento que sean lo que quiero. Hoy no quiero nada más. Está perfecto lo que tengo hoy, me queda justo. Mañana, no sé, quizá me arrepienta por todas las cosas que no preví y por todas las cosas que dejé de hacer. De cualquier manera siempre lo hago, siempre encuentro que reprocharme en pos de la excelencia que sigo arrastrando, pese a que la detesto, como estigma.  No sé del futuro, en realidad hace bastante tiempo que no hago planes. Aún así pensaba en los sueños cada vez más lejanos de mí y ello me causaba una gran ansiedad. Ya no más. Hoy me libero de ellos. Espero que la costumbre de pensar en ellos no los traiga de vuelta: es tan cansado perseguirlos.  No sé si tenga sueños nuevos. No sé qué quiero para dentro de unos años. Hoy estoy bien así. 

Hoy voy a abandonar un libro

Él lleva años en mi casa, hubiera querido decir que conmigo pero nunca nos acercamos. Debo decir que lo intenté varias veces y en distintas circunstancias, pero en definitiva no estamos hechos el uno para el otro. Nos cruzamos en el peor momento, de esos en los que alguien te interpreta y con su mejor intención piensa que la solución a tus problemas es un libro de autoayuda. Siempre te miran como se mirarían a ellos mismos. Lo traigo aquí conmigo, fuera de la bolsa para irme despidiendo, en símbolo de mi indiferencia. Pero es un libro.  He crecido con muchos libros y les tengo gran respeto y cariño. Agradezco cada vez que me encuentro en ellos. A sus autores los imagino en el Cielo felices por todo lo que me han dado. ¿Es que puede haber un libro malo? En mi mundo perfecto de ilusión ingenua, no hay libros malos. Pero ese mundo no existe. Aquí, en el mundo de todos, se publican un montón de desencuentros literarios y se dejan muchos buenos trabajos de lado. Este es el

Meg Rose Angel

Uno no sabe de este sentir hasta que no tiene una mascota, hasta que no comparte uno con ella momentos importantes, de esos momentos que voltean tu vida. Uno no sabe que esperar cuando este particular ser entra en tu vida. No sabe, aunque lea historias, aunque escuche anécdotas, aunque sepa que ella vivirá probablemente menos. Uno no sabe nada, no puede saberlo, porque la experiencia es única en la vida. No hay razones que te salven de este sentir, no hay dónde esconderse.  La existencia es un regalo enorme aunque muchas veces duela.  Querer a una mascota es muy distinto a querer a una persona. No se trata de cercanías o de intensidades. Simplemente se siente distinto en el cuerpo. Te toma por entero muy a su manera para quedarse a vivir en ti. Se instala dentro tuyo suave y sigilosa, te ocupa por entero sin que sientas que toma nada de ti. Y cuando se va dejándote intacto el amor, sin palabras, sin súplicas, sin peticiones,... y parece increíble que ya no esté más, no

Melancholia

Una boda, la promesa de un feliz inicio, la prueba de la esperanza puesta adelante. Una promoción en el trabajo, la promesa de que habrá más en la mesa. Pero se asoma la melancolía. ¿Qué puede tener sentido cuando la melancolía ya empieza a tocarte? Convenciones sociales, programas a seguir, familiares desconocidos, familiares a los que no les importas un carajo y, con fortuna, alguien a quien contarle que sientes que no puedes avanzar.  A la vista todo, pero nada ya tiene sentido. Y los que se esfuerzan por dárselo siguiendo todos lo cánones, ante el menor desvío desahogan su frustración mostrando como pueden su autoridad.  Pero nadie ve al otro, sólo tienen ojos para sus vacíos. No pueden ver lo que no les proporciona algún sentido, entonces no pueden ver nada.  Las sonrisas son para que ellos se sientan bien. No soportarían ver tu melancolía. Casi todos ya están muertos.  Símbolos, necesitamos símbolos que nos signifiquen, que eclipsen la melancolía. Ritos que n

¿Cómo le hace la gente para vivir?

Tengo este temor de morir sin poder llegar a sentirme plena. Me preocupo por un montón de cosas, dicen que es porque tengo los ojos puestos en el futuro. Dicen. Dicen un montón de cosas. Yo tenía la idea de que conforme uno crecía, uno acumulaba: experiencia, conocimiento, conquistas. No sé. Algo así como acumularse a uno mismo, hacerse más. Pero no me ha sucedido del todo. Hay cosas que he olvidado, gente que he perdido, sueños no realizados y también he vivido la experiencia del despojo de sí. Es eso de yo creía que iba para allá... y no. ¿Cómo le hace la gente para vivir? Eso de uno nace, crece, se desarrolla, se reproduce y muere, es relativo al individuo observado, no al individuo que experimenta. Desde aquí veo a los otros (esos de allá que no son yo) seguir los cinco pasos, aunque no tengan hijos, sí, andan reproduciendo sus ideas buenas o malas. Nacer como principio y morir como final creo que a todo el mundo le queda claro. Hay nacimientos y muertes en el inter,

Del arte del "I'am done"

Hay un capítulo de Seinfield que me viene muy bien ahora. Me acordé ya tarde, el daño está hecho. La cosa es saber cuando dejar de decir lo que se está diciendo (o dejar de hacer lo que se está haciendo) porque al reiterar sobre el punto, en lugar de mejorarlo se le empeora. Un chiste es bueno porque corta en el punto exacto, explicarlo le corta todo el ritmo, lo agota, lo acaba, deja de ser chiste. Lo mismo una petición: si ya te la compraron a la primera, ¿para qué insistes? ¿Para qué dar la oportunidad de que se arrepientan? No detenerse en el momento justo nos hace perder el momento. Se dice fácil, la idiotez la comete uno una y otra vez.  I'm done.