Como cualquier sueño vívido, uno siente que en realidad pasó. Toma más de medio día, después de despertar, aterrizar tras repetir como mantra: fue un sueño. Pero supongamos que estuve ahí, en esa reunión de 15 o 20, entre mentes críticas que en turno escuchábamos lo que el otro tenía que decir. Estaba Platón, me acuerdo, muy callado y con una mirada profunda haciendo patente que no era de este mundo, que nunca lo había sido. En mi turno discutimos sobre el miedo, sobre las consecuencias de elegir olvidar lo que nos atemoriza, sobre la resistencia a aprender. —No aprendemos si sólo seleccionamos recuerdos divertidos en los que nos sentimos seguros porque en hacen parecer no pasa nada—, decía yo con gran vehemencia a una audiencia que me escuchaba atenta. —Estamos aquí mirando lo que es y no hemos sido capaces de erradicar el miedo a ver. No recuerdo más, pero fue un discurso de media hora en un idioma que no era el mío. Estábamos todos preocupados. El nombre de Platón se transformaba f
"A soul in tension that's learning to fly" —Pink Floyd