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Durante una sesión de TV dominical

Y llega el punto en el que uno se cansa de hacer lo correcto para darle paso a lo que uno desea.

Por ejemplo justo ahora que mentalmente me debato sobre escribir lo correcto, en replantear el deseo como deseo de hacer lo correcto... Bien, es imposible que un ser humano consciente deje de pensar, de modo que para mí resulta antinatural dejar de cuestionar-me. Y llega un punto en el que por un instante dejo de hacerlo y justo instantes después inicio una serie de justificaciones sobre mis decisiones. Así, la cosa: unos evaden, yo analizo y cuestiono. 

Me he sentado a ver la televisión desde la mañana con un libro al lado para evitar remordimientos. El libro es bastante tentador pero no lo he abierto. Me gusta lo que está en la tele porque conecta ahora conmigo (bueno estoy escribiendo esto en un replay para continuar en el mismo ambiance). Veo una cafetería, me encantan las cafeterías, gente desconocida te acompaña sin necesidad de hablarles, bebidas con aromas muy gratos, colores tierra, revistas, libros, enchufes, galletas y WiFi; un pequeño paraíso. Veo actitudes que para algunos son reprobables como dejar morir una planta, como compartir secretos íntimos y liberarlos de su status de prohibido, como declararse abiertamente contra los animales domésticos,... en realidad no importa que actitud sea, siempre se puede encontrar algo reprobable en ella, siempre, si no lo ves tú, otro lo verá. 

Hago una pausa para ponerme un gloss con olor a chocolate aún cuando sigo en mis pijamas (que además adoro).

Repruebo muchas cosas de la gente, la desconocida y la cercana, y también repruebo muchas cosas que hago. Si para mi resulta difícil liberarme, a otros les resulta difícil contenerse. En encontrar la justa tensión entre contener y soltar radica la maestría de la vida. Supongo que lo vas aprendiendo con el tiempo, pero no estoy segura si alguien alguna vez lo haya logrado, así es esto de las subjetividades. 

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