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Mostrando entradas de junio, 2013

Diciendo Sí a la lectura

Estoy muy contenta. Las mujeres de la ciudad se acercan a la lectura: en el vagón del metro dedicado a las mujeres pude ver que al menos 5 llevábamos un libro como compañía y que en lugar de entretenernos con un celular elegimos leer. Leer no es una postura, la dedicación que demanda no permite que uno lea por pose. Una vez que lees, lees: estás ahí con todo en un espacio que te despierta de largo sueño de no estar contigo.

Melodía afónica de media noche

Vengo a tratar de olvidar, a buscar la quietud del fondo blanco y el cursor titilante. Estoy aquí buscando el sueño tranquilo que se presenta cuando el mañana es cierta. Vengo a dejar mis acertijos, laberintos y divagaciones; quiero dejarlos en prenda y llevarme a cambio ilusiones para verlas mientras duermo. Nunca hay soluciones a la media noche.  Hoy los ángeles están muy callados.  Aquí no huele a nada, se oyen las respiraciones de todos los que no tienen pendientes.  No poder dormir de noche es como estar en el limbo, expurgando los pecados en la soledad a temperatura incómoda.  No hay nada que verle al refrigerador ni al Facebook. Y no me alcanzan las ganas para leer un libro. Y es que los libros hay que leerlos con café y cierto temple de ánimo de por medio. Tengo a tantos libros esperando... Mis mayores preocupaciones no tienen solución. Así es el juego de la vida. Observas tu horizonte y caminas, luego el paisaje cambia y te confundes pero sigues. Desp

Pasado prestado, pasado vivido

No sucede muy a menudo, pero cuando sucede siento una especie de lástima porque ya no es lo que lo que fue para alguien. Ya no será: el pasado de otro que te es compartido se cuela en tus propias memorias y empieza a extender sus raíces dentro de ti para vivir de tus ilusiones, de esas ilusiones de pasado, de añoranzas sin futuro. Mi abuela me dio muchas de sus memorias, las plantó muy dentro mío, tanto que al recordarlas me pregunto si no fueron mías. Yo creo que las memorias son de uno cuando vuelven y luego se van a nadar todas juntas y se revuelven y se confunden y cuando las llamas lucen un tanto distintas y las que fueron tu pasado ya no sabes si lo fueron y las que fueron prestadas ya no sabes si en realidad fueron tuyas. Creemos que el pasado nos pertenece pero también nos es dado en préstamo.  Recuerdo una maleta a la mitad de una calle cercana a una glorieta. El lugar luce desierto. En aquella época había poca gente en la ciudad y podías dejar todo el día tus cosas en

Hay veces

Hay veces que leo las opiniones de mis amigos y se me atoran en algún lugar entre el corazón y el cerebro. Quisiera venir acá corriendo y hablar de lo ridículo de tal idea, de la ignorancia de tal amigo, de la falta de cuestionamiento propio que les hacen replicar las ideas de otros, de la superficialidad, de la espiritualidad "de a peso". En fin. Pero nunca vengo y escribo, ni le digo a nadie lo estúpido que está sonando. No sé si porque no le veo el caso, si porque creo que cada quien es libre de decir cuanta estupidez se le ocurra, si porque no quiero ofender, si porque me da miedo de perder la amistad. No sé.  Hay veces, como hoy, que no sé si peco de crítica o de rígida. Y no digo nada y me muerdo los labios y aprieto los dientes y pienso que si eso escriben mis amigos, no quiero saber lo que dicen los que no lo son. Digo, por algo son mis amigos, compartimos formas de ver el mundo.  A veces creo que por eso me la paso entre libros y por eso mismo sólo pued