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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Como un juego

Estaba tomando el sol mientras esperaba el Pumabus. Con un café en la mano, lo único que me falta a era algún placer mental. Saqué de mi bolsa mi aparatito multifuncional para jugar "bolitas". El sentimiento de placer no tardó en aparecer: calor en las mejillas, sabor de café en la boca y mi mente egoica entretenida en juntar bolitas. Así, pude dedicarme a reflexionar. ¿Saben? Es muy evidente el síndrome de atolondrarse (aquí viene mejor una grosería pero este es un sitio para todo público) cuando hay muchas alternativas o cuando todo pinta bien. Por ejemplo, si entras a un estacionamiento repleto, inmediatamente detectas un lugar y sin pensarlo te estacionas ahí, pero si hay muchos lugares no puedes decidirte por cuál es el mejor –aquí, no, mejor allá–. Cuando estás jugando y te toca una "mala mano" haces lo posible por ganar y hasta te "sabe" más rico, pero si tienes una "buena mano" no falta la mal hora en que la desperdicias y no entiend

Cada felicidad tiene su precio

Parece ser que no hay felicidad gratis. Lo que llega a tu vida sin esfuerzo, más aún, lo que ha estado siempre contigo, como la vida misma, lo pierdes de vista. No hay valor más grande que aquel que otorgas a aquello que satisface una necesidad y por el cual te has esforzado. Sin embargo, ello no quiere decir que sólo lo que cuesta es lo que vale, simplemente significa que es lo único de lo que fácilmente nos damos cuenta. Nuestra agonía es causada por la vista puesta en la carencia. La carencia nos motiva, nos hace más fácil decirle sí al cambio. Somos seres insatisfechos buscando consuelo; algunos más activos que otros; muchos, tristemente, paralizados, desilusionados y con la esperanza perdida. Si tenemos un poco de suerte, nuestro destino conocerá la fortuna y en un beso entre ellos experimentaremos la eternidad y estaremos dispuestos a entregar nuestra libertad.