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Mostrando entradas de agosto, 2010

La insoportable levedad del jueves

… All of my life I've tried so hard Doing my best with what I had Nothing much happened all the same Something about me stood apart A whisper of hope that seemed to fail Maybe I'm born right out of my time Breaking my life in two [...] Sometimes I cried my heart to sleep Shuffling days and lonesome nights Sometimes my courage fell to my feet David Bowie Cuando oí esta canción por primera vez, un jueves por cierto, me pegó tan fuerte que la escuché una y otra vez hasta que me quedé dormida. Para el sábado, la voz de David Bowie me acompañaba a todos lados. Alguien me dijo, "tranquila ya es sábado" y por un momento estuve bien. Hoy, entre las luces de los autos y el asfalto mojado, sin que yo así lo quisiera, volvió a sonar Thursday's Child recordándome en esas tres estrofas la historia de lo que me tiene hoy aquí sintiéndome como me siento. El resto de la canción tiene una esperanza que no ha llegado a mi vida y la verdad es que eso hace que me duela más, m

"Re-ingeniería", ¡ja!

Si me lo hubieran preguntado, cuando tenía trece años, en ese día que recuerdo muy bien porque salía de una clínica con mi abuelito y porque alguna amiga me preguntó algo que debía ocurrir mucho tiempo después y se me figuró que mucho tiempo después era cuando tuviera veinticinco años. Si me hubieran preguntado en ese entonces cómo me vería a esta edad y comparara esa imagen con la de la actualidad, no encontraría en el planeta cosas más dispares. Cuando uno es joven espera que de grande se acaben los miedos, las inseguridades. Por suerte, nadie me dijo en aquel entonces que esa idea estaría muy lejos de ser cierta. Ahora mismo, a escasos cinco días de volver a la universidad, un frío desconcertante recorre mi espalda y la parte posterior de mis brazos. No puedo concentrarme en nada porque apenas y puedo respirar. Cuatro amigos, dos sesiones de chat y dos telefónicas no han sido suficientes para desahogarme. ¿Qué puede pasarme? Yo creo que a estas alturas del partido lo peor es q

No fear (cuento)

Por Flor Coss. Eran las cuatro de la mañana, aún reinaba la oscuridad. García, como siempre en diez años de trabajo constante, había llegado muy temprano al vertedero, gustaba de mirar las cintas en una especie de meditación y sentido de dominio. La vista era la misma de todos los días, no era una vista que alguien le pudiera envidiar pero ciertamente era suya y por unas horas más sólo suya. Le gustaba el frío de la mañana que secaba sus mejillas e incrementaba sus arrugas prematuras, disfrutaba de la ausencia de ese tipo de ruidos del que se llena un lugar ocupado. Era un tipo solitario que no le gustaba compartir comentarios fuera de lo estrictamente laboral. Caminó un poco por las diferentes cintas, se detuvo cuando le pareció que debía detenerse, se recargó en los barrotes y se puso a mirar. Podía estar ahí todo el día, suspendido en su mundo feliz. Encontraba un placer poco convencional inventándose historias sobre los residuos que llegaban hasta ahí, observando las formas