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Mostrando entradas de marzo, 2008

Huaraches con Costilla

Hoy me llevó mi amiga a una aventura sin igual. La aventura comenzó en el propio descubrimiento del cambio de paisaje que traen las nuevas vialidades. Siendo ella tan buena para las calles y la manejada me pareció bastante interesante verla dar vueltas y vueltas por la Jardín Balbuena en busca de la avenida del Taller (o algo así). La meta de la travesía consistía en llegar al mercado de Jamaica, al lado del cual, según cuenta La Güera , se hayan los huaraches con costilla más buenos de México. Me supuse que cualquier mercado por el rumbo que estuviera grande sería el famoso mercado de Jamaica, así que cuando vi los puestos con tremendos sacos de chiles secos me alegré y volteé contenta a mirar a mi amiga para encontrarme sólo con una cara de preocupación. En menos de un segundo ya estábamos atoradas en un congestionamiento turístico en el mercado de La Merced. Quise sacar mi celular para fotografiar todo el ambiente fantástico que me rodeaba, pero el miedo de La Güera me detuvo pru

He visto a mis padres

Es difícil decirles "adiós" a unos padres cuando justo los has encontrado. Viví muchos años cerca de ellos sin de verdad conocerlos como individuos con su propia historia, egoísta pensaba en todo lo que no recibía de ellos. Bueno, a ver, quizá esté siendo dura conmigo misma. Es de suponerse que un hijo espere de sus padres todo pues lo son todo en un momento de la vida. Pero lo que quiero decir es que crecí, salí de casa y me sentí lo suficientemente grande para señalarles todas sus faltas. Cuando uno de verdad crece entiende que cada quien tiene sus razones para ser como es... No sé si esté dando demasiadas vueltas. Me duele la cabeza y mis hombros y cuello están tensos; empiezo a sentir nauseas. Reitero, está siendo muy difícil dejar a mis papás. Aunque nunca los he cuidado, me pregunto quién los va a cuidar cuando no esté. Quiero protegerlos, aún cuando llevan muchos años (más de los que tengo de vida) cuidándose ellos mismos. Pero es que hasta ahora he visto al niño y la

Monólogo en la madrugada

Me despierto por un momento. Un pensamiento se cuela en ese instante en el que mi consiente se hace presente, luego otro pensamiento convierte el instante en un momento y ya no puedo volver al descanso. Recostada debajo de las cobijas el calor se hace presente y empiezo por sacar un pie. Luego de luchar otro rato por conciliar el sueño ya tengo todo el cuerpo descubierto y mis ojos ya se han aclarado. Mis ojos... un momento, les voy a cubrir con los lentes. Ya está. Me atiborro de anhelos y deseos de ser, como cuando uno es niño y piensa en todo lo que puede llegar a ser de grande. Hago una pausa ante el supuesto de que todo sea un imposible (esto ya muy típico de quien ha aceptado creer que los sueños sólo sueños son) y vuelvo a la carga rescatando a mi niña soñadora con una lista de lo que hasta ahora he logrado. Al parecer había olvidado mi capacidad (que curioso que tenga más presente mis inseguridades infundadas que mis logros reales). Porque aunque puedan presentarse var